Ruth, la digresión de una mirada
He aquí uno:
"...Elfriede Jelinek, esa sádica, nos habla del espíritu contemporáneo de hacer del vertedero de las suciedades, de las excreciones, la fuente del goce. En el fondo ella sólo da constancia de un hecho primero sustentado en el paganismo sexual que convoca el cibersexo de la internet y después en la reflexión de filósofos como Zizek. Si bien Jelinek, es insoportable, una nazi igual a los nazis contra los que despotrica, da perfectamente cabida a ese realismo sucio, casi hiperreal, de los comportamientos de las nuevas sociedades al amparo de la informática. Los postmarxistas, por otro lado, hablan del consumo de los desechos. Yo añadiría que les hemos creado a los jóvenes y a los no tan jóvenes de estas sociedades tecnológicas, la fantasía de que hay un más allá siniestro y gótico donde el goce es absoluto y donde se atraviesa la frontera de la ética para adentrarse en los territorios de la maldad pura. Toda esa fascinación por los desechos y las cadenas, el espectáculo de la violencia y lo escatológico, es por demás, pura piel, puros bordes. Es como si apeláramos al asombro que nos produce lo inmoral para encontrar un sentido –un nuevo muro, un límite, diría yo. "
Es lo que dice Ruth, arrebolada en su sillón con un coordinado de lino. Encerrada en un cuarto de escritura.
Y lo he visto, he constatado la fascinación de algunos escritores jóvenes por ese paganismo sexual que convoca el ciber espacio. La verdad me da risa que se lo tomen tan en serio. Son apologetas de una fe que nunca ha sido, adoradores de bisutería sexual que no toma al toro por los cuernos: no signan el drama de quienes apuran los genitales bajo el auspicio de los cronómetros; señalan conductas, pero se quedan en esa piel del mundo que reitera naderías.
Me interesa mucho cómo algunos han hecho de la escritura un camino estético de escatología y dizque maldad. Nuevas versiones de Darth Vader haciéndose una puñeta.